Nuestra más firme condena a quienes se desprenden de su condición de personas para convertirse en asesinos, aquí y en cada rincón del mundo.
Nuestra más firme condena a quienes se desprenden de su condición de personas para convertirse en asesinos, aquí y en cada rincón del mundo.
“Íbamos todos en ese tren” todas las personas que cada mañana nos levantamos para ir a trabajar. Todos los que cada mañana cogen un tren o un metro para llegar a su colegio, su instituto, o su universidad a estudiar.
Fue un atentado al corazón de nuestra sociedad, a los más débiles, a los “Juanes” y las “Marías” los “Rodrigo” y las “Beatriz” a los barrios humildes y las ciudades dormitorio, a las personas que cada mañana necesitan coger un cercanías. Volaron los trenes que unen Guadalajara con Madrid. En hora punta de la mañana. En el momento en que iban más llenos de toda la gente que cada mañana inunda la capital para ganarse el pan. El Pozo de Tío Raimundo, Santa Eugenia, las vías junto a la C/Téllez y la propia estación de Atocha.
Fue un jueves, once de marzo. El domingo había elecciones generales. No dieron tiempo a caer las primeras lágrimas. Aquella misma noche ya empezaron a hacer política con los muertos. Tenía que haber sido ETA; el mantra del caciquismo más soberbio de nuestro país. ETA, y sus víctimas, la excusa perfecta para echar balones fuera. ETA, que había cometido decenas de asesinatos en este país. ETA, que años atrás había atentado contra el entonces presidente del gobierno. ETA y más ETA. Pero no había sido ETA. Había sido el terrorismo islámico. Y ahí estaban los amigos. Ahí los titulares de “El Mundo”. Ahí los Santos. Ahí la presión de los medios. Ahí estaban los que hoy blanquean al fascismo. Los que no podían aceptar otra cosa. Los que llevaron a que la mujer del comisario que dirigía la investigación se suicidara. Esos, y todos los ultras que les jaleaban. Ahí el cómo se trató a la asociación de víctimas del terrorismo que se formó a raíz de los atentados. Porque los atentados tenían que ser siempre de ETA, y no podía ser otra cosa. Porque la gente de la periferia no tenemos derecho a reivindicarnos. Porque los muertos eran “curritos” y no votaban lo que tenían que votar.
Los mismos que hoy niegan las conexiones de Putin con la extrema derecha. Los que forman gobierno con el neofascismo, para escándalo de toda Europa. Los que llevan tatuado “ETA” en la boca.
Por sus mentiras.
Por nuestros muertos.
Contra toda forma de terrorismo.
Un minuto de silencio por las víctimas, otro minuto de silencio por la verdad.